Cada 3 de diciembre celebramos el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de construir una sociedad más justa, accesible e inclusiva. En los centros educativos, este día adquiere un significado especial, porque es en la escuela donde sembramos las actitudes y valores que acompañarán a nuestro alumnado durante toda la vida.
Hablar de discapacidad es hablar de diversidad, de derechos y de la capacidad de cada persona para desarrollarse plenamente cuando cuenta con las oportunidades y apoyos adecuados. El colegio, como espacio de convivencia y crecimiento, juega un papel esencial en la eliminación de barreras —físicas, sociales y sobre todo actitudinales— que impiden la participación equitativa de todos los alumnos / as
EDUCAR PARA MIRAR LA DIVERSIDAD CON NATURALIDAD
Enseñar al alumnado a entender la discapacidad como una forma más de ser y estar en el mundo es un acto de justicia y de humanidad. La educación inclusiva nos anima a:
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Detectar y valorar las fortalezas de cada alumno / a.
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Fomentar el respeto, la empatía y la cooperación.
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Romper estereotipos que limitan y generan prejuicios.
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Ofrecer ajustes y apoyos que permitan la participación real de todo el alumnado.
Cuando los niños y niñas conviven con la diversidad desde una mirada positiva, se convierten en adultos más sensibles, solidarios y comprometidos.
UNA ESCUELA INCLUSIVA ES UNA ESCUELA MEJOR
La verdadera inclusión no ocurre en un solo día. Se construye cada jornada, en la forma en que enseñamos, escuchamos, acompañamos y valoramos a cada alumno / a. Este día nos recuerda el compromiso de seguir avanzando hacia un colegio donde cada persona pueda brillar sin barreras.
Porque la discapacidad no define a nadie; lo que nos define es la actitud con la que miramos a los demás.



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